Ayer hice la singular carrera del Rock and roll, mucho me habían
hablado de ella y de sus particularidades, pero como bien dice el refrán una
imagen vale más de mil palabras, fui a por la imagen.
A las 18:30h salimos de Madrid para dirigirnos al Escorial
donde se celebra esta carrera, con mi grupito de siempre, cuatro pradolongueros
de categoría.
Llegamos al Escorial pasadas las 19:00h, con tiempo de sobra
para recoger los dorsales, hablar con conocidos y sacar un par de fotos del
singular monumento.
20’ antes de empezar la carrera estuvimos calentando, ya con
el run run en nuestras cabezas de las cuestas que nos esperaban. Impone mucho
todo lo que de ellas se habla, aunque vivirlo es toda una experiencia.
La salida fue puntual, en los primeros metros te dejas
arrastrar por el entusiasmo, pero no pasó mucho tiempo para darme cuenta que lo
que me esperaba requería mucha energía y la sensatez hizo su aparición, por eso
le comenté a Ana, mi tandeen de carreras, que frenase el ritmo. Poco pude hacer
para comentarle a Miguel, él estaba lanzado y le veíamos a lo lejos. Enseguida
primera cuesta de consideración, cuando digo cuestas son cuestacas, que aquí no
se andan con medias tintas los desniveles, además, en estos tramos el suelo era
empedrado con la inseguridad que eso proporciona al corredor. Las calles céntricas
repletas de gente animando era todo un espectáculo, hasta el kilometro 4 buenas
bajadas en las que te tienes que frenar si no quieres llegar fundida al gran
reto de esta carrera.
Ya está el cartel del cuatro y una alfombrilla en el suelo
nos indica que empieza el Rock and Roll.
Estos primeros 300m son llevaderos, ya que consigues con mucho esfuerzo
no parar de correr pero después de un giro a la derecha ahí está la calle con
más inclinación, creo yo, de toda España o del mundo, es exagerada, las de San
francisco típicas de la películas tiene menos desnivel, intenté seguir corriendo,
pero ya iba mentalizada que esa cuesta es para andar y eso hice. La gente se
agolpa por los laterales animándote y tienes que pasar a modo tour de Francia
por un pasillo estrecho, en dos palabras im presionante, la inclinación del
cuerpo respecto al suelo es de 45˚, mi solución fue mirar al suelo
y zancada grande y lo más rápida posible,
Ana se ve fuerte y en el último tramo de la primera gran cuesta empezó a
correr, yo no puede intentarlo. Tras esto viene un llano y 500 metros de más
inclinación. En este tramo no hay gente y fue la parte más dura, con mi zancada
constante consigo alcanzar a Ana que se tuvo que parar al encontrase de bruces
con esta cuesta que no teníamos tan clara en nuestra previsión de carrera.
Al pisar la alfombra dice que hice estos 1300 m en 11’49’’.
Empezamos a descender a una velocidad de vértigo, las bajada no tenían nada que
envidiar a la inclinación de la subidas, dejarse llevar abriendo zancada firme
y con mucho respeto a esta velocidad, un mal apoyo puede hacer mucho daño.
Por fin último giro antes de entrar en meta con una pequeña
subida, aunque vengo fundida de las bajadas ver el final hace el efecto recarga
para entrar apretando en meta.
Tiempo final 46’ 17’’ (17 de mi categoría de un total de 56)
Ana: 46’18’’
Miguel : 48’29’’
Ninfa : 36’ 10’’ (tercera de la general)